miércoles, 11 de marzo de 2015

Elegía a La Fabricicleta.


Para centrar una rueda, tomar como referencia el agujero de la válvula.
Sheldon Brown.

Gira. El mundo gira como una rueda. Rotación. Las ruedas giran como el mundo. A simple vista, infinito movimiento circular. Una y otra vez algo que comienza y no termina. Aquellos que miran con atención ven una variación. El cruce de rayos deja entrever la variante: el pico desde donde se infla la rueda. Como un segundero marca la hora en la circularidad de un reloj, el pico de la cámara pasa cada tanto por la horquilla dejando marcado el surco del tiempo en el girar. El pico de la cámara nos comprueba la existencia de un ciclo.

Un ciclo: algo que comienza y termina, ¿acaso para volver a empezar? A veces una rueda se detiene, la bicicleta queda a un costado por un rato, para poder echarse a leer un libro, mirar un árbol, acariciar un bicho, navegar un rato, mirar el cielo raso, bailar, crecer.

La Fabricicleta era un taller popular. Hoy La Fabricicleta es un fantasma, un mito, una página de Facebook, una palabra enigmática, un recuerdo nostálgico, una alegría, una comprobación de la utopía improbable. Hoy desperdigados por el globo los habitantes del taller (todos y cada uno de ellos, abridores, ayudantes, amigos, hermanos y hermanas que fueron una, dos, tres y cien veces), cada uno de los rayos de la rueda que giraba en Villa Urquiza está trazando otro cruce.

Una tarde de esas, le sacaste la cubierta y la cámara a tu rueda descentrada. A tu idea descentrada que andaba con algunos rayos más tensos, menos tensos. Ese sueño dicho en voz baja qué bueno estaría que haya un taller de bicis acá o ese lugar no debería haber cerrado… ahora no sé bien qué hacer. Esa espera a que los amigos y los amores se junten y soplen con las ganas de llevar adelante una movida. Entonces pusiste tu idea en el centrador, y desde el agujero de la válvula comenzás a revisar cada rayo. Tensás, aflojás, girás el estirarrayos esperanzado. Todo camino puede andar. Un nuevo camino, una nueva forma de andar, ¡que broten nuevos caminos, nuevos talleres populares, nuevas formas de compartir!

La Fabricicleta no existe más. Era un taller popular. La Fabricicleta es sólo el agujero de la válvula de una rueda abandonada que supo andar bellos caminos. No es la rueda, ni ninguno de sus componentes sueltos. Es solo una referencia de un ciclo. Un agujerito diminuto en la historia de un andar.

Gira. El mundo gira como una rueda. Las ruedas giran como el mundo.
Confiá en tus ideas descentradas y tu poder de poder hacerlas andar.

Alentamos, insistimos y hacemos en el día a día.
Que vivan los talleres populares,
que viva la vida,

que viva.